Viure protestant el gènere. Acte en col·laboració amb el Festival Protesta de Cinema de Crítica Social.
Enguany, s’hi reflexiona sobre un tema que està a l’ordre del dia: l’home, la dona i el que aquestes categories signifiquen, avui posades en qüestió. Les identitats i expressions de gènere es reivindiquen com a diverses i fluïdes. Des del Festival Protesta sorgeixen preguntes al voltant d’aquesta temàtica: sobre la configuració de qui som i com ens relacionem, què s’espera de nosaltres o com vivim aquesta pressió per encaixar en la categoria que ens ha estat assignada. Per això, en aquesta 7a edició es reflexionarà sobre els rols i els estereotips de gènere, la maternitat, les noves masculinitats, el fet trans o l’educació no sexista.
Filmació de l’Acte
Bon dia:
El problema no és que la persona que interpel·lava als tertulians, per ingenuïtat o incompetència, no sabés o no volgués saber el funcionament en qualsevol debat, ni tan sols que prohibís acabar la pregunta i permetes que s’amenaci públicament a algú que ni se l’ha acabat deixar parlar. Tampoc ho és que molta gent del públic aplaudís un comportament dictatorial ni que la part de la gent del públic que no estava d’acord es mantingués callada, ni tan sols que l’entitat organitzadora del festival canviés unilateralment l’horari d’acabar l’activitat del fòrum en benefici seu perquè qui volgués anés a pagar i veure una pel·lícula del festival.
De ben segur que també és preocupant la utilització de menors d’edat i a gent vinculada al festival perquè es girin durant el torn de preguntes i facin gestos que recorden a una època del S.XX on per pensar t’eliminaven.
Arribats en aquest punts algú podria pensar que el principal problema és que aquesta entitat busca col·laboracions d’altres entitats per fer difusió i publicitat dels actes que fan, la majoria de pagament, utilitzant el reconeixement, les infraestructures i l’assistència habitual de les persones vinculades a l’entitat. Res més lluny de la realitat, ni tant sols que el Festival rebi subvencions de les Administracions Públiques. És a dir, gràcies a part dels impostos que paguen els ciutadans.
El veritable problema és seguir col·laborant amb una organització, que ho sàpiguen o no els seus membres busca el pensament únic de tothom, eliminar la reflexió i el debat intern.
Atentament.
Crec que no hi ha preguntes impertinents, el que poden ser-ho son les respostes.
És preocupant que algú, encarregat de moderar un debat, arribi a prohibir una pregunta.
L’autoritarisme, el practiqui qui el practiqui, no sembla el millor camí per entendre’ns (i menys en un fòrum de debat).
Hago este comentario porque me gustaría compartir mis sentimientos en relación con este acto. No voy a hacer pues valoración alguna sobre la denominada “cultura LGTBI” ni sobre la ideología de género promovida desde los Estados a nivel global. Ya existe suficiente documentación sobre ello y no es el objetivo de este comentario.
Para empezar, me parece extraordinario que las personas puedan mostrarse ante los demás tal cual ellas son, sin complejos ni ataduras de ningún tipo. Expresando libremente su ser ante los demás y aceptando también a los otros como son. Y, aunque no encajemos con determinadas culturas o formas de ser, sigamos manteniendo el respeto por los demás como valor prioritario.
Es la primera vez que he escuchado a personas del colectivo LGTBI exponiendo su visión, y lo que me ha sorprendido no ha sido ni su ideología ni su discurso, lo que me ha sorprendido ha sido una actitud que yo he apreciado como de “incoherencia” ante algunos de los valores que se defienden.
Me explico. En el documental que se proyectó, y posteriormente durante la charla entre los ponentes, quedaba claro que las personas que intervinieron habían sido víctimas de actitudes violentas por parte de otras personas actuando de forma “machista”. Por tanto abogaban en contra de la “violencia machista”, me imagino yo que también en contra de cualquier otro tipo de violencia, venga de donde venga. No obstante, también he presenciado por su parte una violencia verbal muy desagradable cuando los ponentes (y parte del público) se han sentido amenazados por una pregunta que les hizo una persona del público. La reacción más violenta se produjo por parte de un ponente al responder a la pregunta diciendo: “¿Sabes que hay gente condenada por asociar la realidad LGTBI a la pedofilia?, que es una asociación que no tiene nada que ver una cosa con la otra, y que es un delito de odio el fomentar el discurso contra las personas LGTBI…”.
Amenazar con haber cometido un delito de odio por formular una pregunta, es la mayor violencia que a mi modo de ver se puede ejercer contra alguien, bajo el amparo del Estado. Por otro lado, pone de manifiesto otra contradicción. Por un lado el colectivo LGTBI asevera ser un colectivo marginado, pero en realidad es un colectivo altamente protegido por el Estado con leyes como la mencionada Ley del Odio. Y al mismo tiempo dice estar defendiendo la libertad de expresión, aunque sólo sea de palabra. Si ponemos limitaciones al “fomentar discursos…” ¿donde queda la supuesta libertad de expresión?
Yo tenía un par de preguntas para hacer pero, después de esta lapidaria respuesta, me mantuve calladito y con cara de buen chico, como supongo que les pasó a otras personas del público. A nadie le apetece acabar en el juzgado, acusado de haber cometido un delito de odio. De hecho, después de este incidente sólo hubieron dos preguntas más del público.
Si intento ponerme en la piel de alguien del colectivo LGTBI, pienso que yo no hubiera actuado de esta manera. Hablando de ser inclusivos, hubiera respondido amablemente la pregunta con buenos argumentos, o simplemente explicando que me parece un horror el tema de la pedofilia. Quizá también hubiera podido decirle, con todo el cariño del mundo, que el colectivo LGTBI nada tiene que ver con la pedofilia pero que, como en cualquier otro colectivo (abogados, jueces, médicos, profesores, curas, etc.), podemos encontrar a algún pedófilo que no representa para nada al colectivo en cuestión.
También me ha llamado la atención la interpretación que los seres humanos (no sólo el colectivo LGTBI) solemos hacer ante realidades concretas. Me refiero por ejemplo al hecho de sentirnos invadidos en nuestro espacio vital, viviéndolo incluso como una agresión sexual, por el hecho de ser observados. En el momento que ponemos un pié en la calle estamos expuestos a todo tipo de observación visual, desde la mirada de un transeúnte hasta el control de una cámara de vigilancia. Pero tenemos que separar el hecho en sí de la “interpretación” que a continuación podamos hacer del mismo.
Así pues, he podido reconocer un complejo de persecución ante algunas interpretaciones o actitudes de los demás. Lo cual me hace pensar que, lo que al principio de este comentario decía sobre lo extraordinario de que las personas puedan mostrarse ante los demás tal cual ellas son, sin complejos ni ataduras de ningún tipo, sea sólo lo que yo deseo tanto al colectivo LGTBI como a todas las personas en general. Pero que en realidad muchas personas de este colectivo se encuentran todavía ante el desafío de poder ser ellas mismas sin importarles lo que piensen los demás. Y yo les deseo, con todo mi corazón, que lo consigan.